Cuando se habla de
“fertilidad” de un suelo se aborda el recurso edáfico desde la perspectiva de
la producción de cultivos. Así, la fertilidad de un suelo es la capacidad que
tiene el mismo de sostener la del crecimiento de los cultivos o ganado. Esta es
una definición agronómica. La fertilidad de un suelo depende principalmente de
su contenido en materia orgánica, de su textura y material parental.
A mayor contenido de materia orgánica más fértil es el suelo, ya
que es a partir de ella que los microorganismos que viven en el suelo liberan
elementos nutritivos para las plantas. Por su parte cuanto más arcilloso es un
suelo mayor fertilidad tiene, ya que posee más capacidad para retener
nutrientes.
Aspectos como la estructura, espacio poroso, retención hídrica,
densidad aparente, resistencia a la penetración, entre otras, son algunas de
las variables que se analizan en estudios de fertilidad física de suelos. La
“fertilidad biológica” se vincula con los procesos biológicos del suelo,
relacionados con sus organismos, en todas sus formas. Los organismos del suelo
son imprescindibles para sostener diversos procesos del suelo.
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